miércoles, 3 de diciembre de 2008

PERRATE DE UTRERA


Cantaor. En su familia se vivió siempre intensamente el cante. Orgulloso de ser gitano -"Ser gitano es sentirlo y llevarlo en la sangre"-, decía que a los de su raza Dios les había dado el don del duende: "Dios le dio el color moreno al cante...". Hizo siempre un cante de gran pureza, añejo, y fue un verdadero soñador de lo jondo, pues habiendo pasado las dos últimas décadas de su vida inválido en una silla de ruedas, decía que cantaba "para él" en sueños: "Yo lloro tós los días. Y canto toas las noches. Pa mí. Cuando me desvelo por las noches, canto por soleá. Y en sueños hago las siguiriyas, la soleá y las bulerías pa escuchar, que son los cantes de los gitanos".



El valor de sus cantes se halla en relación con el estímulo sublime que produce, y no en razón directa a tantas desgracias acumuladas. En lo primero, en concebir el cante desde el lado oscuro del corazón, está en la fuerza de su nombradía. Lo segundo, la fatalidad, nos debe hacer reflexionar y llevar a todos al grito de ¡Nunca más!"


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